Cuando el pronóstico nos niega la esperanza.
El primer impacto de un diagnóstico de cáncer con mal pronóstico se asocia por lo general al impacto existencial y la incertidumbre ante nuestro futuro, el miedo puede ser la sensación predominante y a nuestra mente acuden preguntas cómo si me voy a curar, cuanto tiempo me queda, si hay tratamiento…
La pregunta que una y otra vez repite el enfermo de cáncer con mal pronóstico, enfrentado a durísimos tratamientos, es si se va a curar. Para el médico oncólogo es difícil siempre contestar a esta pregunta. Asegurar algo en medicina oncológica no tendría mucho sentido ya que en el tratamiento de un cáncer son muchos los factores que intervienen: como reacciona el cuerpo ante el tratamiento, el tipo de cáncer, sus reacciones emocionales… Enfrentar al paciente simplemente a una realidad estadística, por otro lado, es inhumano.
Cada paciente es un ser humano único y, reducirlo a una estadística es hacerle renunciar a la esperanza, que es lo que mantiene nuestro motor ante un cáncer con mal pronóstico o cáncer malo.
La incertidumbre y el miedo se reducen considerablemente con la información al paciente. Éste tiene derecho a conocer su situación médica, pero, por otra parte también tiene derecho a no saber, como una forma de autoprotección si lo cree necesario en un momento dado de su proceso.
Las estadísticas acerca de que porcentajes de pacientes se curan de un determinado cáncer con mal pronóstico utilizando un determinado tratamiento, son predicciones o expectativas, pero cada persona, independientemente de estas estadísticas tiene sus propias probabilidades de curación, y eso, no debería nunca negarlo un médico oncólogo. Cuando hablamos de estadísticas, evidentemente hablamos de un número de personas que no sobreviven a un periodo de tiempo determinado, pero, por otra parte, también hablamos de un porcentaje que viven y vencen al cáncer. No debemos hablar de ellos como la excepción sino como pacientes que responden bien al tratamiento, mantienen mejor su inmunidad y sus propias defensas se activan para ayudar a eliminar el tumor.
No hablamos de milagros ni de curas milagrosas o sorprendentes, hablo simplemente de que a nadie debemos negarle la esperanza de que concluyan en él toda una serie de circunstancias favorables que hagan que se curen, y esta esperanza es la que permite que la persona afronte todos los inconvenientes de los tratamientos, que mantenga un estado de ánimo favorable, que se mantenga alejado de los trastornos psicológicos mas frecuentes en los pacientes de cáncer, que se enfrente con espíritu de lucha a su enfermedad y, que sea cual sea al final el desenlace, viva el proceso de su enfermedad como una etapa de su vida enriquecedora, en la que ha descartado todo aquello que antes consideraba “imprescindible” y se ha quedado con un presente en el que si valora aquellas cosas necesarias para ser feliz.
Desde la Psicooncología, esta perspectiva de dotar al paciente de todos los medios psicológicos que él mismo tiene a su disposición para que haga uso de ellos y le ayuden en este proceso, es nuestro gran reto. Reelaborar con el paciente el concepto de resilencia, donde una persona sale fortalecido de aquellas experiencias duras que tiene a lo largo de su vida. Potenciar un estilo de afrontamiento a la enfermedad válido para su bienestar psicológico, lograr una apoyo familiar auténtico, tratar con terapia cognitiva todas aquellas ideas negativas que le pueden causar un estado de ánimo deprimido y, en definitiva, lograr que en esta etapa el paciente logre el mayor bienestar emocional posible.
Para mas información médica acerca del pronóstico de determinados tipos de cáncer puedes consultar en la pagina del Instituto Nacional del Cáncer.